03 octubre 2006

Cuando iba a la escuela, en la Enseñanza Media, leí Juan Tenorio y me encantó, y una oración de la obra quedó grabada en mi memoria y hoy la acuño como mia, como la máxima a seguir en mi vida, por lo menos a partir de hoy, o de ayer, es decir, estos últimos días.
Juan era un hombre perverso que jugaba con todas las doncellas, pero le llegó el día de enamorarse y decidió enmendar su vida, pero muere su amada, entonces él exclama:
“Clamé a los cielos y no me oyeron, entonces ahora, que de mis actos en la tierra responda el cielo y no yo”
Hoy no creo en nada y mucho menos en alguien, solo creo en lo que soy capaz de hacer y de conseguir, para mi bien, y solo para mi bien, no es que sea un Juan Tenorio femenino, no, para nada, de hecho no solía jugar con los señores caballeros de la corte, y no se si lo llegue a hacer, solo se que hoy, no creo en arrepentimientos, ni en buenas acciones, solo respondo a actitudes concretas, a acciones válidas que me puedan servir, hoy estoy preocupada de mi, de llenar mis espacios vacíos, de buscarme porque me había perdido, me cansé de ayudar a los demás a buscarse a si mismos, ya es hora de preocuparme por mi, por redescubrirme, por reconstruirme, es hora de volver a nacer.

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