26 febrero 2007

Hoy terminé de leer el libro "El Retrato de Dorian Gray", libro por el cual siempre he escuchado comentarios y bromas respecto al hecho que no represento la edad que tengo; Dorian amaba tanto su belleza que deseó con todo su corazón no envejecer jamás y a cambio que envejeciera el retrato que le habían hecho, y fue tanto el poder que puso en un simple deseo que así resultó, pasaban los años y el rostro de Dorian seguía teniendo la lozanía de un hombre de 20 y ¿a qué precio?, lean el libro y sabran el precio que este hombre pagó.
Ahora me pregunto ¿qué precio tiene el cielo?, yo daría cualquiera cosa por lograr alcanzar mi cielo, aquel que tanto anhelo, aquel en que el miedo, el temor, el pavor, el terror que paraliza mis sentidos y no me deja avanzar y no me deja ser realmente feliz existiera, sin embargo día con día mis actos reflejan lo prisionera que soy de mis miedos, de mis faltas, de mis carencias, de mis temores, de mis inseguridades, de mis pánicos, de mis miedos; mas mi rostro no, siempre con una sonrisa ya que nunca sé en que momento me voy a cruzar con un espejo o un vidrio en que refleje mi imagen, y prefiero ver una linda y alentadora sonrisa a un rostro surcado por las marcas de las negaciones y los dolores que provocan las esposas que me tienen prisionera al miedo, que me paralizan, que me dejan sin aliento, o ¡Padre bueno!, por favor dame la paz que tanto ansío, dame la salud para mi alma que tanto pido, dame la valentía que esté león del cuento necesita, ya tengo el corazón solo me falta el valor, el valor de amar, de entregarme, de ser libre sin miedo a caer, el valor de ser esa yo, que tanto anhelo y que a veces se torna invisible ante mis ojos.