Una fina lluvia cayó sobre mi, pero fue peor, porque el sol abrazante del desierto no solo secó rápidamente mi cuerpo si no que además me quemó sin compasión, la sed se intensificó en mi y en un momento creí morir, y cuando estaba vencida por el cansancio apareció ahí, frente a mis ojos, ese pozo rebozante de agua fresca y limpia, y corrí, corrí hacia él con ganas y determinación pero al llegar a la orilla, cuando me disponía a coger el cántaro para sacar agua del fondo del pozo me encontré con una advertencia.......... "no saques más agua de la que puedes beber para saciar tu sed, porque este pozo ya tiene dueña", y de la alegría inicial pasé al desgano total; y pedí permiso a mi diosa interior, permiso para irrumpir en lo que era de alguien más, y pedí a mi Dios perdón si mi actuar estaba errado, y con cautela pero mucha decisión cogí el cántaro y luego de sacar agua lo llevé a mis labios y bebí, lentamente, con una calma exitante, dejé que gota a gota el líquido preciado entrara en mi cuerpo y que mis sentidos en conjunto disfrutaran de ese momento, que no se iba a repetir porque la advertencia era clara y directa, pero como todo lo prohibido provoca el efecto contrario, he decidido quedarme cerca del pozo para ver simplemente si esa advertencia aún tiene validez.

Pedí claridad, sentencia, determinación y decisión; y la tuve, tuve días tras día la respuesta para que no me quedara duda; y bueno, hoy puedo decir con mucha propiedad que fuiste y has sido para mi un espejismo en el desierto, llevo tanto tiempo caminando bajo el sol sedienta que de pronto te vi frente a mi y mis ojos vieron un oasis de agua fresca y pura y cuando me acerqué con ansias a beber me di cuenta que no eras más que los vestigios de lo que anhelo y deseo con tanto fervor y pasión.

Y continúe mi camino sin perder la esperanza de que más adelante Dios mediante encontraría el tan preciado líquido y así sin esperarlo sin buscarlo una pequeña lluvia cayó sobre mi y me refrescó y me recordó el dulce sabor de la pasión.