He estado todo el día recordando la canción de Jesucristo Super Star que tanto me gusta

"Mírame, yo no puedo ver,

Lleváme que no puedo andar,

Sé que tú me puedes curar,

Dame aliento no puedo hablar,

Sé que tú lo sabes hacer,

Un milagro de tu poder,

Haz que yo deje de sufrir,

No me dejes Cristo morir

Si me miras me sanarás

Tú mi bolsa me llenarás

Mi pobreza aliviarás

Cristo, si quieres, tú podrás"

Hoy no se ni siquiera a ciencia cierta lo que quiero, ni quien soy, ni quien puedo llegar a ser, solo se que en forma egoísta, y caprichosa te necesito conmigo, te necesito a mi lado, tomando mi mano, acariciando mi pelo, diciéndome que todo va salir bien, que no lo he hecho todo tan mal hasta hoy, porque sabes hermano solo he buscado seguir tu ejemplo, solo he tratado de no hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mi, y ahí estoy siguiendo la lucha, porque ¿sabes?, duele amarte, duele seguirte, pero al final es gratificante.

Es increíble como en tu vida puedes conocer tanta gente y hacer amistad; unas pasan otras se quedan, uy! que cursi!, pero es verdad, la amistad a veces pasa a ser más importante que un matrimonio, que una pareja, ¡cuántas veces no escuché decir, hombres tendré miles, amigas solo una!, y aquí estoy, viviendo una gran decepción, dolida, triste, estafada; la amistad es un sentir al que le otorgo mucho valor en mis escala de prioridades; soy una persona que vive la vida en función de ir haciéndo el bien, de dar amor, amistad, compañía, entrega y preocupación; una persona que trata de hacer las cosas pensando las consecuencias que estas pudieran traer tratando de evitar de no provocar la tercera guerra mundial y como me duele darme cuenta que hay personas a las que les he entregado mi vida con todos mis secretos, con quien he compartido mis amores, mi metro cuadrado más íntimo y a quién le entregado todo me dan muestras de egoísmo y de insensibilidad, muestras de individualismo, y me pregunto ¿por que permito esto?, ¿por que permito que minen mi pequeño jardín sembrado en el cielo?, Ab-bà ¿tan perdida y alejada de tu verdadero mensaje está?

Acaba de terminar semana santa y para mi alma fueron unos días de paz, como hace muchos no tenía, el fantasma de la crisis no me dejó, pero tampoco me dejé influenciar; solo decidí vivir, vivir la semana santa a mi manera, en contacto conmigo misma y con los que amo tratando de descubrir en ellos aquel Cristo que sufre y luego triunfa sobre la muerte; aquel Cristo redentor que un día me tomó por los brazos y me levantó del suelo enseñándome otra vez a caminar con la paciencia que solo quien ama puede entregar, quise encontrarme con ese Cristo que un día conocí en mi vida, del cual me enamoré y decidí seguir y amar; aquel que no me pide nada a cambio ni me exige ni se avergüenza ni se incomoda conmigo; aquel Cristo amor, que día con día me recuerda que jamás, pase lo que pase, jamás dejará de tomar mi mano cuando tenga miedo, que jamás dejará de susurrar palabras de aliento a mi oído cuando esté cansada, que jamás haga lo que haga dejará de amarme, aquel que hace nuevas todas las cosas, aquel que me recuerda que siempre hay un mañana que solo hay que tener paciencia para esperarlo, aquel que es niño, hombre y divinidad a la vez; aquel a quien pido todas las noches que no deje de bendecir mi vida y mi hogar; aquel a quien tanto amo, aquel a quien a veces alterada, triste y decepcionada insulto y grito y maltrato; aquel que un día fue capaz de dar la vida por esta pecadora que tendría que habitar este mundo 2000 años después; aquel que me enseñó que el amor duele a veces; aquel que me enseñó que para vivir primero es preciso morir.